Existencial

Feliz de poder compartir un primer poemario. Como siempre digo, al ir terminando el año hay cosas que van quedando atrás,o que uno quiere terminar para poder comenzar algo nuevo. En éste poemario quedan algunas cosas atrás a la vez que me dan el puntapié para nuevos horizontes! Feliz fin de año y que sigamos creyendo en lo que nos gusta!

Se puede descargar en un pdf acá o me piden uno y cuando los veo se los regalo: https://mega.nz/#F!FMkRhL6T!ipqr4a1nin7G9KCPmzmzcg

Gracias y buen comienzo de año!

Reencuentro

Y a tu encuentro he llegado nuevamente
luego de buscarte dentro por mucho tiempo.
Pero ahora vuelves con una extraña forma,
como un claustro, cuyas ventanas tapadas con cemento
se iluminan con blancas y artificiales luces.

Hay risas en ti, hay alegría, esporádica quizás,
quién sabe si mayor que la mía,
pero te has subordinado, y lo veo cuando bajas tu cabeza,
y hablas por lo bajo, sin mirarte, hablas despacito sin sentirte.
Porque en realidad sientes a un otro,
sientes por otro,
y te encierras en tu claustro, donde en algún tiempo
supe reír contigo, y hasta emocionarme.

Hoy vuelvo, y ya no quiero estar contigo,
no quiero soñarte,
traigo un papel en mis manos,
y una pluma para recordarte aquí,
en este escrito,
y ya no dentro mío.

Amén.

Y aunque lo intente
mis lágrimas caen por ti,
por por todos,
por mí.

Sueño del 31 de Julio

31 de Julio del 2015. Soñé que me encontraba en una cárcel de la cual intentaba escapar. En cierto momento de mi búsqueda de salida, llego a un rincón de la cárcel (como si fuera un salón vacío) en donde había un ascensor clausurado, una cámara en una esquina y una ventana de vidrio semi abierta. En principio, al llegar al salón, lo primero que hago es esconderme en una esquina, pues repentinamente aparece un guardia de seguridad custodiando la puerta de entrada del salón en el que yo había entrado, por lo que me escondo detrás de una pared. Veo la ventana, que estaba un poco alta, me subo al borde de la ventana y veo que mi cuerpo pasa por allí. Asomo la cabeza al exterior y veo un edificio cercano en el cual tres personas están hablando. Hago señas para que me vean, pero allí siguen muy compenetrados. Miro hacia abajo para intentar bajar, pero estaba en un piso muy muy alto y me era imposible bajar, veo la pared exterior de la cárcel, para ver si se puede trepar y pasarme al edificio aledaño, pero su forma de huevera (literal, como las cajas de huevo de cartón) hacían imposible trepar.
Vuelvo al interior del salón, me escondo nuevamente en un rincón detrás de la pared y me doy cuenta que hay una cámara en una esquina (no entiendo por qué aún no me han visto y no me han venido a buscar). Escucho pasos, se acerca alguien, me asomo, y veo que es un personal de limpieza, una señora. Me escondo, me preparo y cuando pasa delante de mí la tomo con mis brazos y le digo que haga silencio, le digo que no la puedo dejar ir (porque me va a delatar) y ella me pide que la deje, que no va a decir nada. La dejo ir. Me acerco al ascensor clausurado. Estaba enrejado por dos rejas unidas por un candado. Aparece un taladro en la situación. Lo conecto a la pared, e intento con el taladro destruir el candado para abrir las rejas e ingresar al ascensor (no tenía idea si iba a funcionar o me iba a matar metiéndome allí). En medio del proceso, escucho pasos y veo que se acerca un seguridad. Era el seguridad mas odiado en toda la cárcel por su perversidad, todos los presos querían destruirlo. Cuando está cerca, dejo el taladro en el piso, me paro enfrente dejando el taladro detrás y escondiéndolo. El seguridad me ve, y se comienza a acercar en silencio, casi riendo, gozando… y cuando está a unos cinco pasos,, agarro el taladro y se lo meto bien en el pecho, PAM ¡!!!! Tum!!!! Otra vez!!! PAM!!! Otra y otra y otra, el hombre no se desploma, sigue en pie y se sigue acercando, riendo! Hijo de puta morite! PAM PAM PAM.
Cae y muere.
No me había percatado que mientras lo mataba mucho personal de la cárcel se había acercado a la situación y habían estado observando el hecho en silencio. Yo absorto en destruirlo no me había percatado. Al verlos, me dicen que yo debo ser libre, que no tengo que estar allí y que no puede seguir muriendo gente. Que me vaya! Que me vaya!!
Y empiezo a correr
Empiezo a correr
Y me despierto.

Mis hojas

Quiero volcar mis hojas secas al mar. Y estar parado frente a ti solo con mis pies y manos. El viento fresco de otoño me hará despertar.

Bajo un árbol

¿Alguien habrá notado,
visto desde abajo,
el hermoso espectáculo,
del ramaje verde silbando con los pájaros,
al contraste de un cielo gris?

¿Alguien lo habrá notado?

¿Cómo la Tierra
se mezcla con el cielo
sin mucho pensarlo?
¿Cómo el viento juega con el árbol
sin mucho preguntarse?

¿Cómo las nubes
nos recuerdan lo hermoso
de un día despejado?

Al atardecer

Después del día,
después de todos los días,
trabaja hasta el atardecer
olvidando su ser joven.

Sólo presencia el atardecer,
los últimos niños en las plazas,
los últimos pájaros en vuelo,
las nubes que se despiden silenciosas.

Pero él no las pudo ver,
él no las puede ver.

Desde la terraza de su vida,
contempla el barrio,
los tiempos pasados,
su historia,
los amigos.
Mas no ve el futuro.

Desde su terraza
comprende todo,
hasta lo que nunca alcanzará,
hasta lo inimaginable,

pero no lo que va a venir.

Su tren,
hace años
viaja lento
por la noche.

Hoy,
se acerca a su estación,
y es de día,

pero ya tarde
al atardecer.


(2014)

Belgrano C

Belgrano C

Te esperé en la estación Belgrano C.

La lluvia de otoño
me dijo que no vendrías.

Rosedal

Pétalos sobre el césped.
La rosa se yergue
sin notarlo

Dos

En la mesa éramos cuatro,
y yo
solo llevaba servilletas para dos-

me di cuenta de que
te extrañaba.

Hombres pez

Olas,
crecen,
primero se sienten,
luego se ven,
y al final rompen.

Si abres los ojos,
las verás.
Si los cierras,
las oirás de todos modos.

El pez está dentro
y juega,
ríe y danza,
no oye ni ve,
sólo danza.

Si el hombre
fuera un pez,
sus lágrimas
serían danza,
y no una gota
secada al sol.

Pero también,
se danza en la arena.
Tranquilo.

Haikus nacientes

Algodón,
y en el cielo
las nubes.

Lágrimas
sobre un libro -

viento de otoño.



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Tristeza me invade -
la alondra
en la jaula.

Su canto
retumba dentro,
se escucha el eco.




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Escombros en mi cabeza,
se derrumba cada día
algo.

Tempestad,
y se abre la neblina
sobre el mar.

Evolucion de la idea de amor

Después de tanto tiempo, entiendo que el amor no es solo el beso, tampoco el deseo, ni el abrazo, ni el complemento. Tampoco es el tiempo, ni los hijos ni el apego. El amor no existe; es lo que cada uno hace, no hay moldes ni arquetipos, el amor no existe y eso es lo más lindo. Pues sino no habría juego, no habría cambios, ni crecimiento, no habría descubrimiento, el amor no existe como algo.

Que sea lo que quieras, pero que no te falte.-

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Y si al cerrar los ojos
solo veo tu sonrisa,
tus ojos mirarme,
tu adiós tranquilo,
y mi respirar

es porque todo está bien,
tú,
yo,
la lluvia.

Todo va a estar bien.

Y si todo va a estar bien,
mañana será mejor,
mañana será mejor.

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Y si está en vos
déjalo que llueva,
tu misma mano
sostendrá el sol
y juntará tu agua.

Es tristeza nada más,
la misma del sol
cuando se va,
hasta el día siguiente
al despertar.

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Y habían dos corazones que se movían libres por el aire, movidos por el viento y unidos por un hilo; cual dos barriletes.
Pero no habían notado que siempre habían estado libres, pues el hilo se había roto hace mucho tiempo y de sus puntas nacieron flores las cuales llevaron cada uno por sus viajes.
Y así muchas personas decían haber visto dos hermosos barriletes, como hermanos viajando por el tiempo.
Que estupendo, pues ya a la segunda vez que los avistaban decían verlos con más flores.
Tal fue mi historia, y si me ven sonriendo flores, denme la mano, les pediré una flor y les regalaré una sonrisa.

La Pared

Hace apenas un rato que salí de hacerme la resonancia magnética. Y fue extraño, la doctora me miraba de forma especial,  me hablaba de cerca, apenas nos separaban unos centímetros y me miraba fijo a los ojos. Casi diría que sonreía. Pero yo no me encontraba bien. Me recosté en la camilla siguiendo sus indicaciones y dejé que sus manos acomodaran suavemente mi pierna dentro del aparato. Se fue. Y en los cuarenta minutos que duró el estudio, no pasó ni un segundo por mi mente la imagen de la doctora. Solo pensaba en problemas, lo que me sucedía.
El ruido de la máquina era fuerte por más que tuviera cubre oídos y los pensamientos me producían cierta tensión, la cual relajaba aflojando mi cuerpo cuando la hacía consiente. Había repetido ese estado de tensión-relajación cada cinco minutos sin parar.
El estudio terminó y al levantarme de la camilla me di cuenta que todo lo que había pasado había sido nada, tiempo perdido, nada recordaba y de nada me había servido. Aún así, apenas podía seguir prestándole atención a la cálida sonrisa de la señorita, yo era su último paciente. Me fui. Como si hubiera nacido de nuevo. Durante el estudio no había existido. Recogí mis cosas del locker y salí del consultorio. En el pasillo lloraba una familia cuyo ser querido estaba en el quirófano. Los hospitales son tristes, pero por alguna razón, las secretarias siempre están arregladas y sonriendo, como si todo estuviera bien; claro, en los hospitales de prepaga. Aunque tampoco tenga malos recuerdos de las secretarias de los hospitales públicos.
En fin, salí, ahora sí por fin, a la vereda. Ya era de noche. Casas de lujo, cuatro o cinco por cuadra ocupaban el largo de la misma. Por ende vacía estaba. Vacío estaba. Caminé hacia la mitad de la cuadra en busca de mi auto y en el camino, pase por al lado de un guardia de seguridad que se encontraba sentado, casi desplomándose, como vencido, sobre las escaleras de la entrada a la embajada de Emiratos Árabes Unidos. No supe si saludarlo o no, sentía que saludarlo me hundiría más en mi tristeza al unirme a la suya. Pero retruqué al dolor y lo saludé sin mucho entusiasmo, pero al fin, de buena fe.
Subí al auto y me encaminé a casa.
Habían quedado muchas cosas atrás. Van quedando muchas cosas atrás, si uno se anima a soltarlas en el camino. Pero yo no quería soltar nada, porque soy de las personas que van hasta el fin, y se estrellan para recordar el dolor y en el próximo intento sortear el obstáculo. Pero tampoco quería eso. Quería saltar la pared y eso no se podía. Eso no se puede. O al menos nunca lo había logrado, si alguien supiera el truco, le pediría me lo enseñe.
Ya estaba cansado de blancos y negros.
Dejé de pensar y simulé estar disfrutando del camino, en el fondo seguía pensando.
Llegué a mi barrio, estacioné el auto a una cuadra y lo único que deseaba era disfrutar al menos esos metros, caminando por la noche de verano y cielo despejado, antes de llegar a casa. Y así fue, no pude evitar ver las caras de las personas que cenaban en el bar de la esquina, y a metros de llegar, me encuentro con el policía del barrio.
-¿Cómo andas? Me pregunta.
-Bien, acá ando.
-Lo vi a tu hijo hoy, volvió de su viaje, está barbudo el loco.
-Sí, se ve que está muy tranquilo. Bueno… –mientras comenzaba a moverme para acercarme a casa- acá ando, un poco volado, pero bueno.
-¿Cuándo te reincorporas al trabajo?
-En quince días, falta un mon…
-¡Ah! ¡No falta nada! ¡Mejor disfrutá ahora que después vas a extrañar!
-¡Chau!¡Gracias oficial! Buenas noches. Le dije y entré rápidamente a mi edificio mientras retumbaba en mi cabeza: “¡Disfrutá ahora! Después vas a extrañar” ¿Qué podía extrañar de ese momento? Lo único que quería hacer era superarlo; y pensar en que comenzando el trabajo me aliviaría, me hacía poner aún peor; sentirme alguien que ni siquiera se acerca a la pared. La ve de lejos, se da media vuelta y se va. Pero esa vez no iba a ser así, no sabía cómo sería, pero estaba seguro de que lo iba a sortear.

Se va un 2014

Tengo frente a mí, un cuaderno lleno de pensamientos. Muerdo mis uñas, pues no sé si compartirlos o no. Hoy hablé con un gran amigo, se llama Auré. Me contó una historia acerca de un muchacho viajero que visitaba un pueblo rural en el Este de Europa. El joven venía viajando hace mucho, pero algo no andaba bien en su viaje, dentro de él había una angustia que lo acompañaba a donde fuera. Un día llegó a este pueblo, el cual no le pareció gran cosa. No conoció gente pues le parecía aburrida. Tampoco intercambió palabras con los pueblerinos, salvo con un anciano al cual le preguntó qué había detrás de la colina. El anciano le contestó que allí había otro pueblo. El joven preguntó si valía la pena cruzar la colina e ir hasta allí. Y el anciano respondió negativamente; no tenía sentido ir hasta allí, la gente era aburrida y nada interesante encontraría.
Otro joven, que también viajaba por el mundo, llegó al mismo pueblo y lo encontró fantástico. Hizo de la aldea una gran fiesta con su alegría y energía. De modo que al preguntarle al anciano su recomendación acerca de cruzar la colina hacia el otro pueblo, el hombre le respondió afirmativamente, valía la pena, era un gran pueblo, y sin dudas debía ir. El joven emprendió viaje a dicho pueblo.

Nos quedamos hablando con Auré acerca de lo importante que es llevar el día a día con energía positiva, pues cuando uno llega a un lugar, del mismo se puede retirar en cualquier momento, siempre y cuando haya dejado allí su huella, su aporte. Es entonces cuando se abren las puertas y se puede continuar el viaje en paz.

El 2015 es un nuevo lugar también, un nuevo destino, con mil puertas. Depende de uno abrirlas o no.  Y así como llega un nuevo año, también se deja otro, en el cual me sucedieron muchas cosas, las cuales yo plasmé en palabras, escritos, y los cuales debo compartir para poder seguir mi camino.

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Como murmullo de cascada


Como murmullo de cascada
son las voces en el aula.

En un jolgorio de risas
reflorece la alegría
al recordar, sin notarlo,
que aún somos jóvenes.

El aula se tornó un bar,
las paredes no se cierran,
el sol y su soplo
entran frescos por la ventana.

Por momentos son vacaciones,
o niños en cumpleaños,
como si el rol del estudiante
quedase relegado.

El murmullo no cesa
como la cascada.

Me mal acostumbro a la paz humana,
a la alegría que se evidencia
es nata en los estudiantes,
que encerrados por el mismo claustro humano,
se calman y apaciguan,
a la entrada del paradigma soberano.


Lucas Cordova

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Siento otra persona en mi cabeza
se transformó mi cabeza en una sala
donde converso frente a frente con otro.

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Son las siete de la tarde
cuando en la apresurada primavera de Agosto
levanto la mirada
para enamorarme de los tibios árboles desnudos
al contraste del atardecido cielo.

En el arenero,
un último haz de luz
mece las hamacas de los niños
que van llegando al mundo.

Y mis amigos, en ronda.
Eran las tardes de mi juventud,
eran las sonrisas de mis compañeras,
y el humor de mis amigos.

Eran las tardes en las plazas,
y los mates en las tardes en las que no existía el tiempo y duraban lo que duraba el amor de las miradas.

Hasta que el cielo se estrellaba indicando la partida
y entre besos, abrazos y algún que otro deseo,
se ansiaba otra tarde tibia equivocada en el invierno.


Lucas Cordova

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Libérate de todo
ahora libera al otro

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¿Qué haces por aquí?
me preguntó la vida una vez,
y tras la duda,
me encontré y le respondí.
“He venido a ser feliz”

“¿Y qué es eso de ser feliz?”
curiosa interrogó.

“Feliz”,
 respondí.

“¿Y cómo?”
moría de intriga.

“Haciendo lo que me hace bien”

“Y cuánto de ello haces?”

Pues cada día más respondí.

Entonces eres feliz…

Creo que sí.

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No te olvides de tu origen,
adiós.

Y así fue,
en viaje estoy,
a mi origen
a lo que me hace bien.

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DESDE MI CAMA,
UNA MOSQUITA
EN LA BLANCA PARED.

QUIETA, PENSATIVA, FELIZ.

SU VASTO OCÉANO,
MI PEQUEÑA HABITACIÓN

ME PIERDO EN PENSAMIENTOS
Y AL VOLVER,
SE HA IDO.

A RECORRER SU MUNDO
Y YO EL MÍO.

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Quiero hacer el amor con vos en la Luna
que la luz empape nuestro cuerpos blancos
y de fondo ver el vacío universal.

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Entro y salgo de cada etapa,
como quien entra y sale de un capítulo.
Sin nostalgia y sin esperanzas,
entro y salgo de cada etapa.

No hay salto,
no hay retroceso,
frío y viento se interponen,

mas son las manos las que me sostienen
cuando entro y salgo de cada etapa.

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Sentado estoy
en un tronco
que supo ser árbol.

Hoy,
cortado en su base,
me sirve de pensamiento.

Sin embargo
Estoy sobre vida,
las raíces perduran,
pues del aparente inerte
nacen como brazos
blandos tronquitos de un verde joven.

Y de estos brazos,
nacen tallos,
verdes como la vida
que acarician mi piel
mientras escribo
bajo este nublado encuentro.

Nublado por el cielo que no acoge,
pero su brisa
anima al danzar con las hojas.
Y el tren
que pasa furioso a mi costado,
me acerca a la muerte
y me impulsa a la vida.

Cuando pasa,
todo calla,
todo es miedo,
todo es fuerte.

Y al alejarse,
se escuchan los pájaros,
las voces,
los frutos del árbol cayendo sobre el pasto,
me escucho respirar,
me escucho,
y vivo.

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Me corté la barba
recorté una etapa.

Oí tus consejos
y esquivé los miedos.

Y ahora,
se avienen,
como enfurecidos olvidados.

Es mucho,
era poco.
¿Qué he hecho?

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Nunca creas que todos saben lo que piensas, mejor recordárselo de vez en cuando.

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No es el ruido el que te molesta
si no la voz de tu interior.

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Seguí tu camino
que hay muchos al costado,
pero es el único,
es el máximo,
es el propio
el que al cielo conduce.

No camines a medias,
no corras por los de otros,
hacia atrás se nace,
hacia adelante se muere,
y con ello se revive.

Es el andar,
del propio,
del único camino.

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El deseo que no se reprime
lleva a la liberación.
El lápiz que escribe,
dibuja el alma.
Quien mucha da
y poco recibe,
no siente pena,
siente amor.

Todos somos Dios,
mas no por eso somos luz.

Todos,
todos,
busquemos el sol.

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Dentro de un frasco de vidrio
juega un hada con un niño.

Mientras ellos se aman
afuera truena, llueve y nieva.

El frasco se abre
y el hada vuela.

El niño o llora,
muriendo ahogado en su llanto.

o espera el milagro,
pereciendo en un frasco aislado.

O lo trepa y salta,
sintiendo la lluvia,
el frío
y el miedo.

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Un lápiz se mueve y escribe
Un mundo duerme y otro despierta
Un hombre ama, otro mata,
Un Río se seca, mil vidas cesan.
Un hombre escribe, una mujer ama.
Los vientos corren por la montañas
Niños nacen, estrellas mueren.
Gente vive, otra espera
Cuentos vuelan, por el tiempo,
culturas veneran, aman el cielo
y hacen la guerra.
Ángeles sin dientes sonríen,
billetes armados odian,
se odian,
me odian.
Colores el sol enciende,
en la vida y en la muerte,
en el viento que sopla siempre
reviviendo el amor de lo olvidado,
que siempre crece dentro,
como el trigo del campesino.

Un lápiz escribe,
un planeta muere,
un sol ilumina,
los colores vuelven,
un lápiz escribe,
llueve,
nieva,
truena,
salgo del frasco y tiemblo.

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Cuando estés solo
aprovéchalo.

Date cuenta
que estás con vos mismo.

Estás acompañado por ti,
pero ya no,
ahora es tiempo de que estés solo,
que ese compañero se haga uno con vos.

Estarás solo,
pero con vos mismo.

La ciudad te lleva, lo sé,
no solo a dejar de ser uno,
sino a perder a tu compañero
y buscarlo en otros cuerpos.

Lo sé, a mí también me cuesta.
Y es un trabajo,
hermoso,
pues he venido del otro lado
y aquí me siento mucho mejor.

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Aquí estoy,
encontré mi centro por un rato.
Y aquí me quiero quedar.

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¿Qué pensará este hermoso jacarandá de mí?
Yo aquí estirado bajo su lluvia.

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Dejé
ese cielo
que tanto pesaba.

Bajé
a lo profundo
de mi ser
y me elevé al cielo.

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Y hay muchos sentimientos diferentes volcados de un baldazo en una página. No me gusta, es lo que pasa cuando uno se guarda y guarda y guarda. Buen 2015. Ahora sí.

Algo nuevo

Todo en mi vida empieza a conectarse de forma distinta. Lo que antes eran para mí curiosidades aisladas, esporádicas, ahora se repiten y ya no esperan afuera, sino que tocan la puerta y no cesan y no cesan. Vienen de la mano de amigos que había olvidado, o de los que incluso había huido.
Vuelven, porque nunca se fueron.
Nunca se van de nosotros.
Y están allí dentro,
ardiendo,
aunque pequeños,
hasta el fin.

Qué difícil abrir una puerta
que durante años
se ha hinchado por la humedad
hasta atascarse.
Pero afuera golpean
y el que hace oídos sordos
deberá abrir.

Lo hará por él mismo.
Lo hace por él mismo.
Y por nadie más.


L.C.

¿Que es escribir?

Hay que escribir mucho, pues así revelamos ante nosotros lo que contadas veces nos revela nuestro inconsciente en los sueños.
Escribir fluye, como la sangre de nuestro cuerpo, como nuestra respiración.
Escribir es conocerse y crecer.